Hoy 24 de octubre los
recuerdos vienen solos. Cada día de este mes era un suceso familiar: el cumple
de mi padre. Ya 107 años sería mucho pedirle a la vida, pero que me critique la
vida yo quisiera tenerte, como mismo
me dijiste al llegar a los 92: “Quiero vivir 92 más”.
Pero como las cosas no son
como uno quisiera tengo que conformarme y apelar a los recuerdos, esos que no
se olvidan sobre todo los más alegres. Ya tengo bastante con no tenerte para
encima rememorar pasajes tristes.
Como un mes antes de partir me dijiste: “No te preocupes, donde quiera que esté voy a estar bien”, con eso me consuelo. Al decirme esa frase imagino viviste sin remordimientos ni asuntos pendientes. Tus memorias, escritas de tu puño y letra hablan por sí solas de esa linda niñez y juventud que tuviste. Recuerdo en una de sus partes cómo confesaste que estabas en la casa del campo de Papá Rafael, tu abuelo materno, y para hacerte regresar a casa mis abuelos tuvieron que comprarte un caballito. Te encontrabas encantado en ese sitio donde, según tu inocencia no hacía falta el dinero porque ibas a las tiendas, comprabas y solo anotaban, ¡pobre abuelo!
Como un mes antes de partir me dijiste: “No te preocupes, donde quiera que esté voy a estar bien”, con eso me consuelo. Al decirme esa frase imagino viviste sin remordimientos ni asuntos pendientes. Tus memorias, escritas de tu puño y letra hablan por sí solas de esa linda niñez y juventud que tuviste. Recuerdo en una de sus partes cómo confesaste que estabas en la casa del campo de Papá Rafael, tu abuelo materno, y para hacerte regresar a casa mis abuelos tuvieron que comprarte un caballito. Te encontrabas encantado en ese sitio donde, según tu inocencia no hacía falta el dinero porque ibas a las tiendas, comprabas y solo anotaban, ¡pobre abuelo!