Nunca antes había sentido esta dicotomía. Sé de antemano qué post publicar
en cada uno de mis blogs. En esta ocasión no ha sido así y decidí colocarlo en
los dos, entre ellos no puede haber celos. El propósito tampoco fue dar
el “palo” periodístico como solemos decir y hacer, tanto así, que el
hecho ocurrió ayer y lo escribo hoy.
La tarde-noche de domingo resultó espectacular, ese es mi calificativo, muy
modesto, por supuesto, luego de disfrutar en el teatro Principal de Camagüey, de Augusto Enríquez Hernández, ese
cantante que canta, sí, porque no todos lo hacen de esa manera, con el Maestro
Enrique Pérez Mesa, director titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, en esta
ocasión, batuta en mano frente a su homóloga camagüeyana, las letras de Silvio
Rodríguez, llevadas de la mano de manera “sinfónica”, y un público que sabe a
quién aplaude y cómo lo hace, de corazón y con el alma en casos así.