lunes, 23 de agosto de 2021

Por culpa de mi hermano

 

En esta foto del 7 de marzo del 2011, junto a nuestra madre en su 84 cumpleaños...



No es la primera vez que escribo sobre Rafael Arcángel Vilató de Varona, mi hermano Fefi, eso sí, siempre inconsultamente porque, a pesar de ser alguien que navega por la internet y estar muy bien informado, no es muy dado a estos menesteres, y menos a las redes sociales.

Hoy 23 de agosto es su cumple 69, 19 meses más que yo. Cuando nací no chupé tete por culpa de mi hermano; él lo había dejado, quiso imitarme y zas!!!, mi tete cogió un mejor camino. Por culpa de mi hermano no me celebraron mi primer añito de vida, pues en su cumple número uno le dio fiebre alta, incluso, llamaron al Dr. Abdón Moretón, quien contaba después que al llegar a la esquina de la casa de la familia de mi madre donde se celebraba la fiesta había quedado petrificado al ver a tantas personas, creía había ocurrido lo peor.

Por supuesto, al darse cuenta que había una cantidad de niños considerable el pediatra amigo de mi padre se dio cuenta de lo que ocurría y, al final la cuestión era que se puso nervioso, solo eso, mi hermano estaba sano, pero, como dije antes, por su culpa me quedé sin mi primer cumple, mis padres temían que me sucedería lo mismo.

Mi madre me contaba que Fefi se puso celosito cuando nací. Al colocarme la fajita destinada al ombligo él se acostaba a mi lado y había que ponerle otra. Si mi madre me daba el pecho para alimentarme como Dios manda, él entorpecía aquel acto tan sublime encaramándose en las patas del balance porque igual quería la teta, o sea, que por culpa de mi hermano seguro me sentía insegura cada tres horas…

Por culpa de mi hermano cargaba menos el bulto lleno de libros, ya que cuando salíamos del colegio, en época de los estudios primarios, claro, ponía el mío en la acera en plena Avenida de los Mártires, del reparto La Vigía, una pesadez que él me toleraba, lo cargaba y hasta la casa.

Fuimos creciendo y creciendo. Como todos los hermanos, creo, teníamos nuestros encontronazos y nos habían prohibido decirnos “cosas feas” y maltratarnos físicamente, eso nos llevó a ciertos códigos. Ante algún conflicto él me decía una palabra “disfrazada” y ya yo sabía de su ofensa, entonces yo le respondía con algo así como: tan tararán tararán tan tan!!!, con musiquita incluida, y él sabía cuál era mi respuesta. Violábamos todas las reglas, nuestros padres ni se imaginaban de aquellos “improperios”.

Fuimos creciendo y creciendo y mi hermano tenía la “tarea” de llevarme a todas las fiestas, incluso, en tiempos de novios era mi mejor chaperón. Cuando íbamos a una fiesta algo lejos en la bicicleta me decía: “Te llevo, pero tú manejas al regreso”…y por culpa de mi hermano yo pedaleaba hasta nuestra casa con él detrás, pero lo hacía con gusto, ya me había divertido.

Le envidiaba una de sus características, nunca se enojaba y yo me disgustaba el doble.

Fuimos creciendo, creciendo, envejeciendo y envejeciendo. Nos hemos acompañado en todo, nos hemos llevado, ambos, al médico, cuidamos a nuestros padres, juntos, hasta sus últimos días. Hemos sido hermanos, amigos, compinches…

Por culpa de mi hermano tengo el mejor de los hermanos!!!

domingo, 15 de agosto de 2021

La vida y sus colores

 

Imagen tomada de: https://37arts.net/news/colores-verdes-tonos/diferentes-tonalidades-del-color-verde-y-como-hacerlos.html Entre el amarillo y el azul es que se denomina el verde.

Entre el amarillo y el azul es que se denomina el verde. Imagen tomada de: https://37arts.net/news/colores-verdes-tonos/diferentes-tonalidades-del-color-verde-y-como-hacerlos.html

Si imaginamos la vida en colores, estoy segura de que cada persona verá la suya de uno diferente, incluso, hasta en el caso de coincidir, igual diferirán en la tonalidad; unos serán más claros, otros más oscuros; unos más brillantes, otros más opacos.

Dentro de toda esa gama convivimos las familias, las amistades y los compañeros de trabajo, y todo se vuelve más complejo cuando las imposiciones de cambio traen consigo faltas de respeto al otro, indecencias y otras yerbas. Mi padre me enseñó siempre: “Da tu criterio en voz baja y con decencia, de lo contrario pierdes la razón aunque la tengas”.

Puede convivirse entre diferentes colores en el gusto del vestir, del calzar y hasta en el amar. De la misma manera se puede tolerar el color de esa vida de otros mediante el respeto y la decencia.

Seremos familias, amistades y compañeros mejores llevados cuando no nos ofendamos los unos a los otros, nos ayudemos los unos a los otros y cuando luego de una ayuda no seamos capaces de “recordar”, ni con el pensamiento, menos decirlo, lo que hemos hecho por el bien de ese otro.

De esta manera, me atrevo a afirmar que el color de la vida será más homogéneo, sin agresividad ni odio y, claro, sin pretender que sea el mismo para todos. Ni la Naturaleza, que es tan perfecta y bella exhibe las mismas tonalidades.