domingo, 20 de diciembre de 2020

No es nuevo y sí lo es

 

                     

                           Imagen tomada de: https://sp.depositphotos.com/stock-photos/navidad.html

No es algo nuevo que al finalizar cada año pensemos, y mucho, al menos, ese es mi caso. Hago un recuento de cosas hasta que parecían olvidadas; sin embargo, en esta ocasión no me llega de la misma manera ese sentimiento que año tras año experimento, siempre con la inclusión de un tin de nostalgia por los seres queridos que no están. Aclaro que escribo en primera persona porque, aparte de que es mi opinión muy personal, es una posibilidad que me ofrece este, mi blog.

Lo que resulta nuevo es cerrar un capítulo como el del año 2020 y, que además, no queda cerrado. No se trata de un trabalenguas, es la pura realidad.

Un año tan tormentoso como este que involucró al mundo no recuerdo haberlo vivido antes y, a la vez, quisiera olvidarlo, algo que me parece imposible.

De un momento a otro nos cambió la vida, así, nos cambió la vida. De momento sin salir de casa; de momento, a taparse la boca, la nariz y hasta el alma; de momento a lavarse las manos con alcohol, con cloro o como sea; de momento no puedes besar a nadie; de momento, no puedes abrazar a quienes quieres; de momento tienes que guardar distancia. De momento la vida se nos convirtió en un tormento.

Dejar de hacer las cosas que más gustaban se convirtió en la constante del día a día; pensar que era una tontería y que “a mí no me toca”, fue uno de los errores que muchos, demasiados cometieron en el mundo, y lo pagaron hasta con sus propias vidas o han quedado con secuelas, siempre con la satisfacción que otros muchos salieron ilesos.

Ese bicharraco llamado coronavirus SARS-CoV-2 que provoca la COVID-19, que llegó a Cuba el 11 de marzo, el mismo día que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la situación sanitaria como pandemia, me enseñó cuánto valor tiene la vida despojada de tantas y tantas cosas que antes me parecían importantes.

Me enseñó a cuidarme más, a cuidar a los míos y a pedirle a todos que se cuiden mucho, y cuando digo a todos, incluyo a familias y amigos que están cerca, que están lejos, que veo a menudo o que no veo nunca. Han sido meses para recordar tanto y a tantos!!!

Lo peor de todo es que aunque desee para todos un Año Nuevo lleno de amor, prosperidad y todo lo bueno hasta imposible de alcanzar, tengo la certeza de que vendrá un 2021 en la misma situación, con la diferencia que sé un poquito qué hacer para evitar el contagio, de la misma manera que por primera vez temo a las fiestas de Noche Buena, Navidad, Fin de Año y Año Nuevo porque no tengo la certeza del buen juicio y cuidado a seguir con responsabilidad. No es pesimismo, es una realidad que solo los días venideros me darán o no la razón y no me refiero a nuestra nación solamente.

Este año me ha hecho apegarme un poco más a la vida y como me dice una amiga camagüeyana-habanera, sé que me voy a morir, pero por esta cosa no quiero.

Ya vislumbro vacunas, lo que no vislumbro es que sea para todos y mientras eso no suceda el mundo no anda derecho. Si este coronanoséqué se va y no se lleva consigo el odio, la ambición, los rencores y otros etcéteras desagradables entre los seres humanos, entonces no deja enseñanza alguna, vendrá otro y será lo mismo con lo mismo: lamentos, y cifras, creo más cifras que lamentos entonces.

Pese a que deseo a todos un 2021 mejor y más próspero, no lo hago esta vez con el optimismo de mis años anteriores. Mi mirada a la vida es otra, por un lado esperanzadora al ver a tantos profesionales en Cuba y el resto del mundo dedicados por el bien de los otros, sobre todo tantos jóvenes, que solo por serlo se han entregado me imagino hasta sin pensarlo; pero de igual manera confieso que esta globalización de la comunicación me ha enseñado que el ser humano es más complejo de lo que creía. No han sido pocas las alusiones de anteponer el odio ante el mejor de los deseos.

De todas maneras y como he dicho otras veces, son más los que están en mi corazón que los que no. Y a todos, sin excepción, les envío mi beso de diciembre, el de este 2020 con nasobuco o mascarilla, como quieran llamarlo, esta vez envuelto en más de un tin de nostalgias. Ojalá en los doce meses venideros nos queramos más y seamos un tin mejores…, a mi modo de ver cada cual merece lo que ofrece…