jueves, 21 de diciembre de 2023

Frank Fernández escuchó a Beethoven

No es algo habitual lo que haré ahora. Rescaté este escrito que publiqué en noviembre del 2011 en mi blog CuquiSalud, pero me da la impresión que lo perderé (me refiero al blog). Lo paso a este, aunque algo sucede que no salen las fotos que sugiero, en fin, cosas de la tecnología que me lleva a pensar: dentro de poco nada quedará, como si los hechos no hubiesen ocurrido, y no es pesimismo...

Lo copio...

La tarde-noche de ayer fue memorable. Como soldado que va a la guerra sin armas, así llegué al Gran Concierto pianístico del Maestro Frank Fernández, dirigido por el Maestro Enrique Pérez Mesa, Titular de la Sinfónica Nacional, y que estuvo acompañado por sendas Sinfónicas, la de Camagüey y la de Holguín. Solo portaba mi cámara digital; no obstante, con muy mala posición para lograr las fotos.

Apelo a mi memoria y escribo estas líneas casi por obligación. Lo que para mí resultó algo tremendamente desestresante, pienso lo fue para los asistentes que llenaron el Teatro Principal de esta ciudad. Luego de disfrutar de la Obertura “Festiva” de Dimitri Schostakovich, el Maestro Frank Fernández inició su presentación con el Ave María de Franz Schubert pieza fuera de programa y dedicada a Rosa Zayas y a Altagracia Tamayo, madres de Adalberto Álvarez y la suya, en esta hornada para recordar que daba fin a la tercera edición de la Fiesta del Tinajón, evento ideado por el Caballero del Son, y que tuvo sus inicios en noviembre del 2007.

El público se deleitó con un depurado programa, como la mencionada Obertura “Festiva” de Dimitri Schostakovich; con La Suite para dos pianos, del propio Frank Fernández, que incluye Bolero, Vals joropo, Conga de mediodía, Habanera y Zapateo por derecho; La Bella Cubana, de José White; Concierto No. 1 para piano y orquesta, de L. V. Beethoven, estrenada aquí; Dos danzas de Ernesto Lecuona: Malagueña y La Comparsa; dos temas de la telenovela cubana Tierra Brava, uno de ellos el Tema de amor (para violín y piano), con la impecable ejecución del violinista Pedro Zayas, de Holguín.

Todos los momentos fueron especiales. La interpretación del Tema de amor, de la Gran Rebelión dedicada al Maestro Jorge Luis Betancourt (ya fallecido), director fundador de la Orquesta Sinfónica camagüeyana, con sus cinco décadas de hacer, trajo la evocación de muchos y el conocimiento por los más jóvenes de esta figura cimera a la que tanto le debe la cultura de este terruño.

Les cuento que cuando Frank Fernández ofrecía detalles del surgimiento del Concierto No. 1 para piano y orquesta de Beethoven, un celular indiscreto se hizo sentir, y él, un poco en broma y un poco en serio, ordenó apagarlo, mientras Enrique Pérez Mesa le decía: “Ese es Beethoven que te está llamando”. A mí me pareció que algo místico se apoderó de sus manos que hicieron de aquel piano un instrumento invisible, pero sonoro como nunca antes, algo que fue contagioso para la orquesta y su director. A decir verdad y por como quedó interpretada cada pieza, me atrevo a asegurar que todos los autores susurraron a sus oídos algo, aunque no me aventuro a decir qué.

Otra anécdota: Adalberto Álvarez, ese Caballero del Son, que tanto ha hecho y hace por mantener la buena música cubana en la cima, lo mismo dentro que fuera del país, subió al escenario para dar por concluida la III Fiesta del Tinajón, confesó micrófono en mano que Frank estaba inquieto por cómo sería la reacción del público camagüeyano, pues se presentaría por primera vez ante él, y Adalberto declaró que le respondió: “Los camagüeyanos tienen el ‘defecto’ de aplaudir a quien vale y brilla”, entonces ya lo saben Frank Fernández y Enrique Pérez Mesa que ellos valen y brillan con luz propia, modestia aparte, los camagüeyanos se lo hicimos saber con nuestros aplausos, bravos y todos de pie.

A La Comparsa, de Lecuona, en su repetición, se le añadió el público todo con un coro vocal y de aplausos durante la interpretación que parecía ensayado, de hecho, el Maestro Enrique Pérez Mesa se volteaba para indicar cuándo entrar, salir, subir o bajar el tono, fue algo poco común en conciertos de esta naturaleza.

Un instante también mágico estuvo centrado en la entrega de un retrato del Maestro Frank Fernández, de manos de su autor Lorenzo Linares, artista de la plástica camagüeyano de reconocido prestigio nacional e internacional.

Cuando salí del Teatro no quería irme. Pedía que hubiera una equivocación y que nos dijeran: “El concierto aún no ha terminado”. Escuché opiniones que no apunté, pero recuerdo, todas llenas de elogios como: espectacular, divino, genial, cautivador, místico, deidad… Cada quien, a su manera, dejaba salir sus sentimientos y prestos a volver cuando ambos Maestros lo decidan, ¡Y ojalá sea pronto!