Crónicas con un final no anunciado
sábado, 9 de noviembre de 2024
Escogidas al azar
jueves, 31 de octubre de 2024
Al pie de las cataratas
Luego la Dra. María del Carmen me remite con el Dr. Yordanis Fernández Cruz para ser valorada de nuevo por mi catarata en ambos ojos, la que fue diagnosticada por la Dra. Matilde Landín Sorí hace algunos años.
Saqué mi turno para el Doctor, hice mi colita y ya en consulta me corroboró que coincidía con el criterio médico mencionado y salí con mis indicaciones de medición del lente, el que felizmente había, me llevé mi solicitud de chequeo preoperatorio y todo fue fluyendo durante varios días. Luego me dio turno para operarme el 7 de marzo del ojo derecho, día que mi madre hubiera cumplido años.
Los días eran muy calurosos y las alergias me provocan tos, estornudos..., y ¿saben qué?, recién operada de catarata me estaba vedado realizar esos esfuerzos. Por tal motivo antes de la fecha hice algunas modificaciones en mi vida, ensayé a dormir un poco incorporada, usé de nuevo el nasobuco en casa y buenas amistades me ayudaron con antihistamínicos de los que no podía abusar por ciertas razones, me hicieron llegar caramelos para la tos, y algo muy importante: me dieron mucho ánimo y confianza en que todo iba a salir bien.
El día tan esperado fui atendida como todos los que allí esperaban, con una amabilidad infinita e inolvidable, desde la enfermera que toma la presión, hasta quien ayuda a cambiarte de ropa y todo lo necesario.
En ese salón de operaciones impecable del Centro Oftalmológico del hospital universitario Manuel Ascunce Domenech, inaugurado el 5 de diciembre de 2006, donde la ética médica no permite otra cosa que la pulcritud, el silencio, la organización, la amabilidad, me sentí segura y acompañada por ese equipo liderado por su capitán, el Dr. Yordanis.
Al día siguiente, con mi ojo tapado, asistí a aquella consulta llena de entusiasmo y, a la vez, algo frágil, no podía moverme sola, ni sentarme sola, ni, ni, ni..., pero cuando la enfermera me quitó la venda e hizo los procederes necesarios sentí la sensación de nacer de nuevo con mi lente intraocular, aunque no se crean que recuerdo el día de mi nacimiento, ¡qué blanco veía lo blanco, tan blanco! (y repito a propósito) y con tanta brillantez que llegaba a molestarme. Fui revisada y todo en orden, y si no hubiera sido porque al regreso no pude venir para mi edificio y mi piso once por el intruso apagón del momento y tuve que seguir para casa de mi hermano hasta bien entrada la tarde, diría que todo me fue perfecto.
Siguieron las buenas noticias del ojo derecho y llegó la hora de poner fecha al segundo ojo, sería el 13 de mayo, día no muy favorecido por la opinión popular; sin embargo, el 13 era el número predilecto de mi madre, ella otra vez, y así me estoy declarando como un ser supersticioso. Se repitió la rutina de consulta, mientras lo del apagón no fue igual, sino que se adelantó y tuve que bajar bien temprano las escaleras con mi ojo izquierdo tapado y con mucho cuidado. El resultado muy bueno igual que el anterior y lo mismo, solo el apagón, como el miércoles, atravesado.
Se sucedieron las consultas, las refracciones y todo en su lugar, gracias a mi médico, como decimos los cubanos, y a sus manos bendecidas. Gracias a él supe que mi toalla que vi color marrón por mucho tiempo es morada, que la mariposa que mi sobri Rafe me regaló para adornar el refrigerador no era verde sino azul, también que mi pullover sin estrenar por ser naranja rechinante es rosado y ya me lo puse y así...
Antes de operarme el ojo izquierdo me reía porque me tapaba uno y otro y veía las cosas de colores diferentes, era como ciencia ficción. En un espacio televisivo veía la ropa de Shakira verde con el ojo no operado y azul con el operado. También comprendimos, mi hijo Orielito y yo la razón por la cual entrábamos en contradicción por el color de ciertas cosas.
Todo eso fue hasta divertido, pero como siempre hay un pero, llegó la hora de la verdad, esa que se nos pone delante y no queremos ver. Después de recuperar la visión del ojo derecho, solo de ese, me miré al espejo, ay Dios!, ¿esa era yo?, la mismísima, y quizá quien me lea se pregunte, ¿y qué sucedió?, pues le respondo: Encontré hasta la más pequeña de mis arrugas y de mis manchas..., no fue fácil esa realidad, menos después al ver con los dos.
Otro problemita radica en que veo hasta la más pequeña churrecita, cualquier bichito,y hasta lo que me imagino, dice mi hijo que busco demasiadas cosas...
Sabía en qué consistía la catarata, mas no que podía ser como la mía, color marrón, lo supe por la amabilidad de mi médico que la recuperó, otra vez mi médico, sí porque es mío, fue algo increíble, no sé cómo veía. Conocí por una amiga que la de ella era amarilla.
Resulta que me mandan espejuelos para ver de cerca, y claro, de mediano alcance para la computadora, y no porque sea testaruda no los he comprado, es que leo todo sin problemas, al menos, no los encuentro, me refiero a los problemas, y ya serán ocho los meses de descanso de esa "cosa" en la nariz. Veremos hasta cuándo disfruto de esta bondad que me ha dado la vida a mis 70 años, luego de 30 con los fastidiosos anteojos.
Me refiero a estos por la relación con el suceso, si escribiera de otras especialidades igual el listado sería enorme.
No puedo dejar de agradecer a familiares y amigos, dentro y fuera de Cuba, por garantizarme los medicamentos (colirios) que necesitaba para ser intervenida, sin ese apoyo tampoco hubiera sido posible.
Gracias al capitán de ese equipo de Oftalmología que me tocó, gracias a los otros y a los más actuales, gracias a Marelis, a las enfermeras, a todos, gracias a ellos los veo a la perfección tanto por fuera como por dentro..., y créanme todos son bellos!!!!
El Dr. Yordanys cuando participaba en una Jornada Científica.
martes, 13 de febrero de 2024
El Síndrome, mi edificio y yo
Mi hijo Orielito y yo. Al fondo nuestro edificio en el que hemos sido muy felices...y que por todas estas razones ya no lo somos tanto...
Cuando falla la electricidad viene el efecto dominó y comienza el serio problema. No hay agua, no hay elevadores, en el caso de mi edificio uno inservible producto de una época de apagones constantes y el otro bastante maltrecho, remendado por la misma causa y con una pieza de uno de otro edificio, por lo que nos advirtieron que al romperse el de ese otro edificio tendríamos que devolver la pieza y chirrín chirrán, por las escaleras hasta el infinito.
Ah, los elevadores fueron instalados muy nuevos, muy lindos, con musiquita y todo, en plena pandemia, a un precio muy elevado que enfrentó el Estado.
Al momento de los inesperados apagones el elevador "sobreviviente" sufre de roturas o quedan personas atrapadas por lo que se requiere del cuerpo de salvamento y rescate de los Bomberos.
Los residentes en estos edificios nos acostamos y nos levantamos con el credo en la boca. ¿Tendremos apagón?, ¿Podremos bajar sin quedarnos atrapados?, ¿Si bajamos tendremos que agarrar las escaleras al regreso? Y cuando no tenemos no se baja a buscar el pan de cada día, ni otras necesidades elementales.
En pleno período especial estos edificios fueron protegidos y hasta se realizó una inversión para beneficiar al 26 Plantas, el más alto de la ciudad. En estos tiempos quitaron al 18 Plantas de frente a la Sala Polivalente —donde vivo— del circuito que es más protegido en ocasiones, no siempre como antes y como se debe, y no sabemos la razón, porque, incluso, aquí casi el 50 % de los residentes pasamos de los 60 años de edad con todas las consecuencias que traen los años consigo.
Sabemos que tendremos corriente en época de festejos; sin embargo, nos viene encima otra catástrofe psíquica. Desde el 2014 comenzaron a plantarse enfrente las tarimas y equipos de audio —quedan como dentro del dormitorio de quienes vivimos en mi torre—, como área del San Juan, y así fueron agregando otras y otras fechas. Resulta que aquí se celebra el inicio de año, el 1ro de Mayo, previo al Día de las Madres, el San Juan, el verano —julio y agosto—, y las navidades, todo aunque no haya una sola persona en el lugar y hay fotos y vídeos que lo dicen por sí solos.
Dejé la Semana de la Cultura en un aparte a propósito. Este año se anunció que desde el 1ro. de febrero y hasta el día 7 tendrían lugar estos festejos por el Aniversario 510 de la fundación de la Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, y comenzó la preocupación inevitable, ya son demasiados días de no dormir; no obstante, el 27 de enero ya estaba dispuesta la fea tarima, como la Espada de Damocles. ¿Qué se celebraría a partir del 27 de enero y luego de intensos apagones de alrededor de cinco horas? Fue el 1ro que comenzó la bulla, digo, la música, y días de 10 horas sin parar con término a las cuatro de la madrugada, sin olvidar que los días de semana fueron hasta las dos, todo un martirio.
Hay quienes refieren el tema de la tradición y hasta donde sé, los festejos navideños y del Día de las Madres siempre han sido de carácter familiar, no popular; mientras esta área nunca fue utilizada antes del 2014 porque esa Avenida no estaba allí.
A menudo vemos un spot televisivo sobre el ruido que nos "enseña" a cuidarnos y termina así: "No te dejes engañar, el ruido daña la salud". La realidad es que parece un chiste.
El Síndrome del Edificio Enfermo (SEE), es una definición de especialistas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) debido a las inseguridades y consecuencias aparejadas al solo hecho de vivir en edificios muy altos a nivel global, no es privativo para Cuba, solo que cada país tiene sus propias características. Estoy segura de que soy presa de este padecimiento.
A nivel legislativo tenemos en nuestro país la Ley 81/97 de Medio Ambiente, perteneciente al CITMA la que establece las principales pautas y contravenciones sobre este asunto. En su Artículo Uno se recoge que: "Contraviene el orden público quien perturbe la tranquilidad de los vecinos, especialmente en horas de la noche, mediante el uso abusivo de aparatos electrónicos, o con otros ruidos molestos e innecesarios; celebre fiestas en su domicilio después de la una de la madrugada turbando la tranquilidad de los vecinos sin permiso de las autoridades competentes". Y cuando ese ruido insoportable es aprobado por las autoridades gubernamentales, ¿Qué hacer?
Luego de este repaso y añadir que: "La violencia acústica no es más que una forma de violencia ejercida a través del sonido", me pregunto: ¿Cuándo podremos vivir con menos sobresaltos?, ¿Cuándo podremos dormir como Dios manda?, ¿Ante quienes podremos quejarnos y que nos hagan caso?, ¿Cómo hacer cumplir los preceptos registrados en el Código de las Familias?. ¿Cómo proteger a los ancianos de este entorno?, ¿Cómo proteger a los niños y trabajadores de la comunidad?, ¿Cuándo curaremos del Síndrome del Edificio Enfermo?, y digo así: curaremos, porque estoy segura que somos muchos. Sin olvidar que durante todo el año tenemos el ataque sónico del Centro Recreativo-Cultural Casino y del Club de la UNAIC...
No sabemos adónde quejarnos, incluso, en su momento acudimos a especialistas de la Salud y a la delegación provincial del CITMA y expresaron, en el primer caso, que no contaban con los medios para medir los decibeles y en el segundo que no tenían que ver con ese asunto. Fin de la historia.
jueves, 21 de diciembre de 2023
Frank Fernández escuchó a Beethoven
Lo copio...
La tarde-noche de ayer fue memorable. Como soldado que va a la guerra sin armas, así llegué al Gran Concierto pianístico del Maestro Frank Fernández, dirigido por el Maestro Enrique Pérez Mesa, Titular de la Sinfónica Nacional, y que estuvo acompañado por sendas Sinfónicas, la de Camagüey y la de Holguín. Solo portaba mi cámara digital; no obstante, con muy mala posición para lograr las fotos.
Apelo a mi memoria y escribo estas líneas casi por obligación. Lo que para mí resultó algo tremendamente desestresante, pienso lo fue para los asistentes que llenaron el Teatro Principal de esta ciudad. Luego de disfrutar de la Obertura “Festiva” de Dimitri Schostakovich, el Maestro Frank Fernández inició su presentación con el Ave María de Franz Schubert pieza fuera de programa y dedicada a Rosa Zayas y a Altagracia Tamayo, madres de Adalberto Álvarez y la suya, en esta hornada para recordar que daba fin a la tercera edición de la Fiesta del Tinajón, evento ideado por el Caballero del Son, y que tuvo sus inicios en noviembre del 2007.
El público se deleitó con un depurado programa, como la mencionada Obertura “Festiva” de Dimitri Schostakovich; con La Suite para dos pianos, del propio Frank Fernández, que incluye Bolero, Vals joropo, Conga de mediodía, Habanera y Zapateo por derecho; La Bella Cubana, de José White; Concierto No. 1 para piano y orquesta, de L. V. Beethoven, estrenada aquí; Dos danzas de Ernesto Lecuona: Malagueña y La Comparsa; dos temas de la telenovela cubana Tierra Brava, uno de ellos el Tema de amor (para violín y piano), con la impecable ejecución del violinista Pedro Zayas, de Holguín.
Todos los momentos fueron especiales. La interpretación del Tema de amor, de la Gran Rebelión dedicada al Maestro Jorge Luis Betancourt (ya fallecido), director fundador de la Orquesta Sinfónica camagüeyana, con sus cinco décadas de hacer, trajo la evocación de muchos y el conocimiento por los más jóvenes de esta figura cimera a la que tanto le debe la cultura de este terruño.
Les cuento que cuando Frank Fernández ofrecía detalles del surgimiento del Concierto No. 1 para piano y orquesta de Beethoven, un celular indiscreto se hizo sentir, y él, un poco en broma y un poco en serio, ordenó apagarlo, mientras Enrique Pérez Mesa le decía: “Ese es Beethoven que te está llamando”. A mí me pareció que algo místico se apoderó de sus manos que hicieron de aquel piano un instrumento invisible, pero sonoro como nunca antes, algo que fue contagioso para la orquesta y su director. A decir verdad y por como quedó interpretada cada pieza, me atrevo a asegurar que todos los autores susurraron a sus oídos algo, aunque no me aventuro a decir qué.
Otra anécdota: Adalberto Álvarez, ese Caballero del Son, que tanto ha hecho y hace por mantener la buena música cubana en la cima, lo mismo dentro que fuera del país, subió al escenario para dar por concluida la III Fiesta del Tinajón, confesó micrófono en mano que Frank estaba inquieto por cómo sería la reacción del público camagüeyano, pues se presentaría por primera vez ante él, y Adalberto declaró que le respondió: “Los camagüeyanos tienen el ‘defecto’ de aplaudir a quien vale y brilla”, entonces ya lo saben Frank Fernández y Enrique Pérez Mesa que ellos valen y brillan con luz propia, modestia aparte, los camagüeyanos se lo hicimos saber con nuestros aplausos, bravos y todos de pie.
A La Comparsa, de Lecuona, en su repetición, se le añadió el público todo con un coro vocal y de aplausos durante la interpretación que parecía ensayado, de hecho, el Maestro Enrique Pérez Mesa se volteaba para indicar cuándo entrar, salir, subir o bajar el tono, fue algo poco común en conciertos de esta naturaleza.
Un instante también mágico estuvo centrado en la entrega de un retrato del Maestro Frank Fernández, de manos de su autor Lorenzo Linares, artista de la plástica camagüeyano de reconocido prestigio nacional e internacional.
Cuando salí del Teatro no quería irme. Pedía que hubiera una equivocación y que nos dijeran: “El concierto aún no ha terminado”. Escuché opiniones que no apunté, pero recuerdo, todas llenas de elogios como: espectacular, divino, genial, cautivador, místico, deidad… Cada quien, a su manera, dejaba salir sus sentimientos y prestos a volver cuando ambos Maestros lo decidan, ¡Y ojalá sea pronto!
lunes, 23 de agosto de 2021
Por culpa de mi hermano
Él y yo pequeñines cuando vivíamos en Joaquín de Agüero, La Vigía. Ya les cuento...
Hoy 23 de agosto es su cumple 69, 19 meses más que yo. Cuando nací no chupé tete por culpa de mi hermano; él lo había dejado, quiso imitarme y zas!!!, mi tete cogió un mejor camino. Por culpa de mi hermano no me celebraron mi primer añito de vida, pues en su cumple número uno le dio fiebre alta, incluso, llamaron al Dr. Abdón Moretón, quien contaba después que al llegar a la esquina de la casa de la familia de mi madre donde se celebraba la fiesta había quedado petrificado al ver a tantas personas, creía había ocurrido lo peor.
Por supuesto, al darse cuenta que había una cantidad de niños considerable el pediatra amigo de mi padre se dio cuenta de lo que ocurría y, al final la cuestión era que se puso nervioso, solo eso, mi hermano estaba sano, pero, como dije antes, por su culpa me quedé sin mi primer cumple, mis padres temían que me sucedería lo mismo.
Mi madre me contaba que Fefi se puso celosito cuando nací. Al colocarme la fajita destinada al ombligo él se acostaba a mi lado y había que ponerle otra. Si mi madre me daba el pecho para alimentarme como Dios manda, él entorpecía aquel acto tan sublime encaramándose en las patas del balance porque igual quería la teta, o sea, que por culpa de mi hermano seguro me sentía insegura cada tres horas…
Por culpa de mi hermano me dicen Cuqui. Éramos pequeñines y un buen día dijo: "Ella Cuqui, yo Fefi".
Por culpa de mi hermano cargaba menos el bulto lleno de libros, ya que cuando salíamos del colegio, en época de los estudios primarios, claro, ponía el mío en la acera en plena Avenida de los Mártires, del reparto La Vigía, una pesadez que él me toleraba, lo cargaba y hasta la casa.
Fuimos creciendo y creciendo. Como todos los hermanos, creo, teníamos nuestros encontronazos y nos habían prohibido decirnos “cosas feas” y maltratarnos físicamente, eso nos llevó a ciertos códigos. Ante algún conflicto él me decía una palabra “disfrazada” y ya yo sabía de su ofensa, entonces yo le respondía con algo así como: tan tararán tararán tan tan!!!, con musiquita incluida, y él sabía cuál era mi respuesta. Violábamos todas las reglas, nuestros padres ni se imaginaban de aquellos “improperios”.
Fuimos creciendo y creciendo y mi hermano tenía la “tarea” de llevarme a todas las fiestas, incluso, en tiempos de novios era mi mejor chaperón. Cuando íbamos a una fiesta algo lejos en la bicicleta me decía: “Te llevo, pero tú manejas al regreso”…y por culpa de mi hermano yo pedaleaba hasta nuestra casa con él detrás, pero lo hacía con gusto, ya me había divertido.
Le envidiaba una de sus características, nunca se enojaba y yo me disgustaba el doble.
Fuimos creciendo, creciendo, envejeciendo y envejeciendo. Nos hemos acompañado en todo, nos hemos llevado, ambos, al médico, cuidamos a nuestros padres, juntos, hasta sus últimos días. Hemos sido hermanos, amigos, compinches…
Por culpa de mi hermano tengo el mejor de los hermanos!!!