Hoy, 12 de enero, aunque quizá salga publicado el 13 por razones ajenas a mi voluntad, a 56 años del suceso me decido a hacerlo para este, mi blog, y a medias, ¿por qué?, Porque determiné no contarlo todo. Hay cosas que prefiero guardarme y otras olvidarlas. Estoy tratando.
De todas maneras recuerdo el primer Día de la Mujer que “celebré” junto a mis nuevos compañeros. Fue un encuentro muy bonito; sin embargo, a la hora de entregarme el regalo noté que lo pasaban de mano en mano hasta que Armando Boudet, el director, me lo entregó. Todavía no sé el porqué.
Lo cierto es que con apenas 29 años (1983) llegué a la calle Príncipe (Goyo Benítez No. 19), con muchas ilusiones, expectativas y deseos de hacer. Me ubicaron en una plaza de Correctora de Pruebas y ahí permanecí durante un año que me sirvió de mucho y hacía dúo con Carmen Martín (Carmitín) como le digo. Nos llevamos aún muy bien. Decidí transitar por el camino que quería al saber de otra de reportero desocupada y la pedí. Aunque con opiniones diversas, como: “Si le va tan bien por qué cambiar”. Me aprobaron y desde entonces es lo que hago.
En esa época no se utilizaba esa práctica de ahora, y que apruebo, de presentar a los jóvenes o nuevos trabajadores al colectivo. Una entraba e iba conociendo a las personas en el día a día. Ahora se tiene muy en cuenta el criterio de las nuevas generaciones, antes no tanto.Debo mencionar a quienes me acogieron con mucha dulzura. Ellos fueron: Francisco (Paco) Varona, y Orlando Domínguez, ambos fallecidos. El primero, jefe de Redacción y el segundo, Corrector de Estilo. También José Gilberto Valdés, al frente del grupo que atendía los organismos y entidades de la Economía; Carlos Lacaba, el administrador y Diosdada Sagarra.
A este pequeño listado debo añadir al personal del Taller con Jorge Pérez como timonel, secundado por Orlando Caballero, Mario Cisneros (el avión), Miguelito Peña, Enrique Silva (Pupy), Elpidio Rodríguez (ya fallecido). No puedo relacionarlos a todos, quienes tuvieron a bien hasta aplaudirme la primera vez que bajé a sus predios.
De manera general otros mostraron indiferencia y a algunos no les gusté.
A este pequeño listado debo añadir al personal del Taller con Jorge Pérez como timonel, secundado por Orlando Caballero, Mario Cisneros (el avión), Miguelito Peña, Enrique Silva (Pupy), Elpidio Rodríguez (ya fallecido). No puedo relacionarlos a todos, quienes tuvieron a bien hasta aplaudirme la primera vez que bajé a sus predios.
De manera general otros mostraron indiferencia y a algunos no les gusté.
Cuando me ofrecieron atender a los organismos globales de la Economía, la Industria Básica, Sideromecánica…creí me caía el cielo encima. No sabía nada de aquello. Me mantenía informada, mas escribir de esos asuntos era otra cosa.
Tuve la suerte de que los encargados de esas instituciones en los diferentes niveles sí me acogieron con agrado y ayudaron tanto, que hasta clases magistrales privadas me ofrecían, claro está, yo se las pedía. Tenía que aprender de economía para escribir de economía. Así fue transcurriendo el tiempo y me enamoré de los temas.
Especialistas como Emiliano Morales, René Carreño, Fernando Varona (Varonita), Salvador Rodríguez, Alfonso Zequerira y directores de las industrias Básica y Sideromecánica, en fin de todos y otros que me alargarían esta remembranza aprendí y pude salir adelante.
Más tarde, en 1985, creo, Valdés (siempre le dije y le digo Valdesillo), quien era el subdirector en ese tiempo, me asignó los sectores del Turismo y la Salud Pública, esta última hasta nuestros días.
Cuando uno cambia de trabajo las comparaciones no se hacen esperar. Yo me inicié en el Ballet de Camagüey, en un ambiente muy diferente, donde la sinceridad caminaba sola por los pasillos; luego estuve un año en el departamento de Educación para la Salud, que pertenecía al Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, y de pronto “caí” en el periódico donde me daba la impresión de que todo estaba inventado. Cada cual tenía su sitio, bueno, malo o regular, pero era el suyo, no había más espacio, al menos así me sentí.
Pasé unos tres años tratando de “sobrevivir”, ganándome mi espacio y estoy segura me mantuve allí porque me gustaba lo que hacía, pues al fin y al cabo salía a la calle a trabajar y olvidaba todo lo que dejaba entre esas paredes, hasta que llegaba a redactar y entregar.
Sentía una felicidad infinita al conocer cosas nuevas. Supe de Minería y Geología. Bajé a una mina de oro en el municipio de Guáimaro, acompañada por ingenieros cubanos y de Azerbaiján, que pertenecía a la entonces Unión Soviética; he visto devolverle la vida a alguien a través de un trasplante renal, operaciones de cataratas, de cadera, y de tantas especialidades!!!!! y conocido a excelentes personas. En otra carrera esto es sencilla y llanamente imposible.
En el sector del Turismo me ocurrió lo mismo. Participé de ese proceso de la creación de su Ministerio; y de la Salud, con el perdón de sus trabajadores por este intrusismo, me siento parte. Fue cuando alterné con directores provinciales inteligentes y afables, como los doctores Jorge Rodríguez, Juan Navarro, Víctor Pacheco, Jorge Balseiro y otros. A todos me acerqué y de todos aprendí algo. El actual director, el doctor Fernando González, me recuerda a algunos de los mencionados. Le ofrece a la prensa la importancia que tiene.
Dentro de este ir y venir comenzó una etapa diferente en mi vida. En mi centro laboral encontré a Oriel Trujillo, mi esposo desde hace 28 años y padre de mi hijo ya con 25. No sabía que me exponía a tantas injusticias. Como él era el jefe de Información y mi jefe inmediato superior, no fueron pocos los contratiempos. Siempre quedaba relegada, él no me reconocía trabajo alguno para evitar acusaciones de nepotismo y la mayoría se desentendía; no obstante, me conformé con el reconocimiento o la crítica, porque al sacar nuestro trabajo a la luz estamos expuestos, de los lectores o de quienes estaban involucrados con “mis” organismos. Así de sencillo.
¿Si volviera atrás? Esa es una pregunta difícil. No sé si soportaría los tres primeros años y de no haberlo hecho, quizá, ni mi hijo fuera de su padre, si este no hubiera estado dispuesto a seguirme hacia otra parte.
La verdad, amo mi carrera. Gracias a ella he tenido a mi lado y entrevistado, a personas como: los Profesores Orfilio Peláez Molina (ya fallecido), Rodrigo Álvarez Cambras, Manuel Oliva, Sergio Vega y a diferentes ministros de la Salud Pública, Fernando Alonso (ya fallecido), Evelio Tieles, Adalberto Álvarez, Martha Jiménez, estos del ámbito cultural, y a otros con menos rango, para decirlo de algún modo, eso sí, importantes igual por lo que hacen y construyen cada día. En los días que corren he tenido el privilegio de entrevistar vía Internet a esos Hombres del Año, nuestros médicos y enfermeros que enfrentan la fiebre hemorrágica por el virus del Ébola en África Occidental. A todos ellos les debo el permanecer aquí, en mi periódico, ese, que a pesar de los pesares, forma parte de mi vida.
No estoy segura de que a Daicar le satisfagan mis recuerdos, pero así son los míos. Tarde le cumplí aunque fuera a medias.