miércoles, 31 de julio de 2013

Un breve adiós para el eterno Príncipe

En la foto de María Antonia Borroto, celebraba con Fernando su 95 cumpleaños, aquí en Camagüey, en este pedacito de su Cuba. En un segundo plano a la izquierda: Regina Balaguer, directora del Ballet de Camagüey


La vida quiso que un 27 de diciembre de 1914 naciera en La Habana, Fernando Alonso Rayneri; que abriera sus ojos azules cual suerte de cuentas que seguirían cada paso, cada movimiento de la Escuela Cubana de Ballet; pero también quiso que otro día 27, en este caso de julio y a los 98 años de edad esos mismos ojos se cerraran para decirle adiós a un pueblo entero que lo quiere, que lo admira y que ya lo extraña.
Esa noticia del sábado pasado me impactó. Maiuly, esa que quiere a su Papá Fernando de la manera tan especial que él merece, me daba la triste novedad vía telefónica desde el propio hospital capitalino: Fernando acababa de morir.

De momento no supe qué hacer. Me debatía entre mi estado de ánimo y mi deber de escribirle algo; mientras trabajaba con él en el Ballet de Camagüey hice mi carrera en Santiago de Cuba en curso para trabajadores y él me apoyó para que consiguiera mi sueño de ser periodista y como a él se lo debo, a él le escribo ahora.
En ese entonces tan inesperado no pude, y lo hago hoy ya pasados unos días en los que he interiorizado que él sigue entre nosotros, que sus bellos ojos se han multiplicado en cada salón de ballet, para que nuestros bailarines continúen conquistando el mundo, ya sea como tales o como maestros.

Tuve el lindo privilegio de entrevistarlo en varias ocasiones. Él solícito y jovial. Por eso evocaré aquí algunas partes de mis entrevistas y lo haré no por orden de importancia —todas la tienen para mí— sino por épocas.
Al cumplir él sus 85 años dije en una de esas conversaciones:

Cuando apenas con siete años me inicié en mis clases de ballet, empecé a soñar despierta. Todas las niñas queríamos ser como aquellas bailarinas que hoy son leyenda viva de la danza, entonces se hablaba de Fernando Alonso como la Biblia de la enseñanza de este arte. Llegar a él era algo inalcanzable, así lo veíamos.
La vida quiso que años más tarde trabajara junto a este hombre en el Ballet de Camagüey, aunque, aclaro, no como bailarina, nunca llegué a serlo. Esta oportunidad me hizo saber que no me había equivocado. Fernando Alonso es inteligencia pura y cada clase de ballet la convierte en un taller donde hace sus bailarines a mano.

Le pregunté entonces: ¿Por qué Maestro desde hace 51 años si era tan buen bailarín?
"Estábamos en Santiago de Chile con el Ballet Alicia Alonso y un día de función el maestro León Fokine, que padecía de úlcera sangrante estomacal, se puso muy mal. Allí empezamos que la dé fulano o mengano y así me tocó, fue en el mes de marzo, como tú dijiste hace 51 años, y a la gente le gustó.

…"Sin embargo, eso de impartir clases era un poquito como aquello de Pigmalión y Galatea, pues como se sabe ese escultor legendario de Chipre quedó prendado de la estatua de Galatea al mismo tiempo que la acababa de esculpir. Eso me ocurre en cada una de mis clases desde entonces, al ir trabajando con la gente y ver cómo van mejorando sus pasos, sus posiciones, saltos, en fin, me causa un placer mucho más profundo".

Aunque con la gran diferencia que no necesita de Afrodita para que les infunda vida a sus alumnos, eso lo logra usted solo. Esto lo hace reír y comenta: "Yo no sé cuánta gente ha pasado por mis manos, figúrate hace tantos años, —medita—. He trabajado con muy buenos bailarines, eso sí".

A todo lo anterior permítame agregarle unas palabras pronunciadas por usted en la clausura del Séptimo Encuentro Internacional de Academias de Ballet y Sexto Concurso Internacional de Estudiantes de Ballet, celebrado recientemente en La Habana, y cito:

"Bailar es una religión y su templo es el cuerpo del bailarín ¿quién si no es el maestro, el que construye este templo, moldea la arcilla de su discípulo y lo enseña a expresarse a través de ese instrumento?... el maestro tiene que ser una persona culta, educada, respetuosa para que llegue a ser ejemplo entre sus discípulos, les inculque sus virtudes y lo admiren como su maestro".

Agregó en esa ocasión: "A este profesional de la danza... no le basta con REPETIR, es necesario LOGRAR, si un alumno viene sin haber enmendado el señalamiento, entonces habrá fallado la eficacia pedagógica y el maestro tendrá que revisar sus métodos".
Al arribar a sus 88 vuelvo a Fernando. En esta ocasión parte de la entrevista versó así:

—¿Tendrá siempre un poco de su tiempo para dedicarlo a Camagüey, donde tanto lo admiran y lo recuerdan?

—Tengo con Camagüey ligaduras muy fuertes, por muchas razones. Tú sabes que viví aquí 17 años de mi vida, en una época que fue como reverdecer mis laureles, en una compañía de ballet muy joven, fue en 1975. Durante esos años logramos la sede actual del Ballet de Camagüey, colocamos ladrillos sin parar en el teatro Principal de la ciudad cuando era reconstruido, hasta verlo abrir sus puertas al ballet y a su público ávido de él. Tú lo sabes bien porque trabajábamos juntos y participaste de todo aquello, fue una etapa muy linda. Ayer precisamente impartí clases a los integrantes de esa compañía, cada vez que puedo lo hago, lo disfruto mucho.
Para su 90 cumpleaños lo visité en su casa habanera y tampoco lo dejé descansar de mis ansias de saber de su vida, cuando le comenté:

—Críticos actuales han subestimado su etapa de bailarín…

—Eso no me importa, mira, como decía José Martí, toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz. Cuando yo bailaba no había casetes de vídeos y nadie se acuerda de cómo lo hacía. Entonces un gran periodista, José Manuel Valdés, era del Partido Comunista por cierto, me calificaba como un príncipe.

"Después de tres años de estudio ya bailaba y fue con el Mordkin Ballet mi primera contratación, con el cual realicé una extensa gira, después estuve en el Ballet Caravan, donde Balanchin era asesor. Luego pasé muchos años en el American Ballet Theatre, en esa época Ballet Theatre nada más.

"Bailé casi todos los grandes papeles y fui solista del ballet ruso de Montecarlo y como tú bien dices las críticas desfavorables han sido actuales, las de esos tiempos fueron muy buenas y no sé dónde están, pero nada de eso interesa, lo verdaderamente trascendental es que en Cuba hay ballet y bueno, y más que eso, un público sabedor que lo sigue desde siempre."

—Con gran modestia minimizó tales criterios y aseguró que no tenía una técnica extraordinaria, y sí elegancia, él que tuvo la oportunidad de interpretar ballets de Balanchin y de Anthony Tudor…
Más adelante quise conocer: ¿Tuvo que dejar de bailar?

—Yo no tuve que dejar de bailar, sucedió que me estaba poniendo mayor y no podía dirigir el ballet, impartir clases, hacer la publicidad, la contabilidad, claro, con la ayuda de personas como Ángela Grau y Manuel Corrales. Después de hacer una barra como cualquier bailarín iba corriendo a hacer el inventario en las taquillas y así, día tras día.

"A mí me gustaba bailar, lo disfrutaba enormemente, fue un amor bailar y no me arrepiento en lo más mínimo de eso.

"Después descubrí que las clases me satisfacían casi tanto como bailar, entonces la transición para ser profesor no fue tan dolorosa. Pero sí yo estaba consciente de que el ballet es un arte de jóvenes y ya cuando uno tiene cierta edad el movimiento de las personas no tiene esa rapidez y agilidad que responde al mandamiento del cerebro como la gente joven."

—En otro fragmento de la entrevista, al indagar sobre: ¿Características de los bailarines de nuestro país?

—Son muy especiales, el cubano es muy machista, y así bailan los chicos para lucirse y que lo vean las muchachas, lo cual es muy bueno porque se diferencian de las chicas, que son bien sensuales, cuando ellas bailan acarician la música y son coquetas a la vez.

"Una vez te dije y hoy lo repito, que el cubano lleva en los genes la herencia del africano, del español, esa combinación. Figúrate, el africano tiene sentido del ritmo y una sensualidad expresa, mezclado con el espíritu dancístico de los españoles y también muy sensuales, a todo lo que se suma nuestro clima, nuestra cultura, siempre fuentes de inspiración."

—¿Si volviera a nacer?le pregunté entonces.

—Haría exactamente lo mismo que he hecho hasta ahora, aunque claro, con algunos arreglitos.

—Pudiera mencionar algunos de los arreglitos…

—Los estoy considerando seriamente por si acaso llego a otros 90 años, por eso no puedo decirlos hasta tenerlos bien claros, —y se ríe a carcajadas— pero sí tengo tres cosas que no cambiaré jamás: mi amor por las damas, la admiración por el arte de la danza, y mi dedicación y amor por mi Patria, esas no las cambiaría nunca", reiteró con énfasis.

—Más adelante inquirí: ¿Si tuviera que mencionar alguna riqueza personal?

—Tuve la suerte inmensa de ir a Camagüey a dirigir su Ballet, y me encontré allá a toda una familia de camagüeyanos que es como si me hubiera sacado la lotería, empezando por mi esposa, Yolanda, ella se preocupa mucho porque me sienta bien, es una extraordinaria compañera y sé que no puedo agradecer en toda su dimensión el tenerla. Y acotó con ojos brillantes, la mujer camagüeyana es muy bella.

Luego de estas entrevistas decir que fui testigo en 1976, en pleno Festival Internacional de Ballet en la capital, cómo los extranjeros grababan las clases impartidas por este Maestro de maestros. Corrían con sus grabadoras para no perder un solo detalle. Querían llevarse ese tesoro y se lo llevaban.

Este hombre lúcido, con un fino sentido del humor me comentó hace muy poco por teléfono: “Cuqui es que cuando me porto mal, me siento mejor”, y es por eso que me pregunto: ¿Por qué este Premio Nacional de la Danza, Doctor Honoris Causa del Instituto Superior de Arte (ISA) y de la Universidad Autónoma de Nuevo León, México, Premio Benois de la Danza como el Oscar en esta manifestación artística—, en Moscú; y tantas y tantas distinciones, fue tan disciplinado por estos días; así, nos jugó esta mala pasada, quizá con alguna de sus travesuras estaría entre nosotros físicamente, ese que siempre recordaba con especial regocijo cómo a fuer de tesón y entrega, en compañía de Alicia y su hermano Alberto logró fundar el Ballet Nacional de Cuba, dirigido por él durante 27 años; para luego asumir la dirección del Ballet de Camagüey por 17 años (1975-1992).

Ya sé que los terceros domingos de junio, Día de los Padres, y los 27 de diciembre, Día de su cumple, no podré felicitarlo telefónicamente. Sé que lo extrañaré a mares, ya he echado alguna que otra lágrima contenida, pero prefiero recordarlo vital y amigo, así como si esperara mi visita y mi llamada. De esta manera se sufre menos.

Sentí un especial orgullo al escuchar a Carlos Padrón, presidente de la Asociación de Artes Escénicas de la UNEAC al resumir magistralmente en la despedida de duelo que Fernando tendrá para siempre esa categoría que pocos alcanzan: la de Maestro, como (…) Félix Varela y José Martí.

5 comentarios:

  1. Eso es, un verdadero homenaje al mas grande de todos los maestros de Ballet del mundo. Mi maestro amado.
    Gracias Cuqui por ese hermoso traajo periodistico, digno del Maestro Fernando. Todos lo extrañaremos, pero como bien dices tu, El esta entre nosotros, y creo que con esos ojos azul de cielo y con esa misma sonrisa y su caracter jocoso, estara asomandose de vez en cuando en los salones de Ballet para que sepamos que no podemos bajar la guardia, pues tenemos una mision muy bella: consevar su increible legado. Abraos!

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  2. Robalmaguerusa, copié textualmente su identificación, pues es algo difícil.
    Le agradezco esa opinión tan bonita, máxime cuando una está segura de que todo lo que escriba y haga por personas como Fernando Alonso es poca cosa.Él merece esto y más por esa entrega de tanto amor no solo hacia la danza en sí misma, sino a sus alumnos, a su familia y a sus amigos, que como a mí, sé quiso y lo demostró siempre, otro abrazo para ti...

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  3. Siempre sera recordado como uno de los grandes de la cultura cubana.

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  4. Que así sea Andrés, lo merece. Gracias a ti por entrar y ser uno de mis fieles lectores, un besito...

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  5. Por aquí agradezco a todos los que han dejado sus comentarios en Facebook, por entrar y opinar, mis cariños...

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