miércoles, 24 de febrero de 2016

¡¿Pata y derecha?!


Imagen tomada de Internet.
Hay cosas que cuando nos suceden no les damos importancia; sin embargo, al paso del tiempo, quizá por la caída de los años nos ponemos a pensar y vienen a la mente cosas hasta insólitas o de poco valor.
Desde niña mis padres nos acostumbraron, a mi hermano y a mí, a asistir a todo aquello que llevase cultura, con especial preferencia hacia el ballet, los conciertos de la Orquesta Sinfónica, o a funciones que artistas del país o no ofrecieran en alguno de los teatros.
Más crecidita comencé a salir con mis amigas y amigos. Nor María, quien estudió ballet y hoy es una reconocida profesora de ese difícil arte, era y es, mi amiga y vivimos muy cerca por algunos años.
Ella y yo decidimos asistir al Teatro Tasende, de la calle Popular de la ciudad de Camagüey, Cuba, hoy no utilizado para esos menesteres con igual asiduidad. Vino de la capital un cantante muy de moda entonces y al que prefiero no nombrar por razones obvias.