martes, 28 de abril de 2015

Un charquito



Lindo amanecer captado desde mi balcón, pero luego ¡Qué calor!

En mi etapa de niñez, adolescencia y juventud no sé qué pasaba. Prefería el calor ante el frío, este me provocaba una alergia tremenda. No cesaban mis corizas o intensa tos, incluso, no solo en época de invierno, sino por el simple andar de un ventilador y si de aire acondicionado se trataba, mucho peor.
Si iba a un hotel por nada dormía con el “aire” puesto. Lo apagaba al entrar a la habitación y dejé pasar esa oportunidad irrepetible de comprar un aire acondicionado en las tiendas. Ahora, ni pensarlo, no está al alcance de quien viva de un salario.
Por estos días que escucho frases de especialistas relacionadas con el exceso de calor que estamos viviendo, junto con los vientos del Sur que empeoran la situación, pues al entrar a tierra se calientan aún más y se comprueban termómetros que marcan casi hasta 38 grados Celsius, me doy cuenta de que mi vida ha cambiado.
Con el paso de los años me molesta el calor de una manera tremenda. Toso por el calor, me despierto en la madrugada por el calor y hasta me mortifico por el calor. Enorme problema en un país como este donde lo único que sobra es precisamente eso: el calor.
Creo que al astro rey se le está yendo la mano. Las consecuencias del Niño hacen sus estragos y pienso qué será de nosotros en los meses de julio y agosto, ¡por Dios! Si haces  andar el ventilador el aire es tan caliente que no sabes qué es mejor, si dejarlo o apagarlo.
Si acaso ven que no escribo en este, mi querido blog, seguro es que me he convertido en un “charquito”, me derretí y los charquitos no escriben, así de simple.