sábado, 19 de septiembre de 2015

Mi peor castigo



La llegada de su Santidad el Papa Francisco a Cuba me ha traído ciertos recuerdos. Hoy veía el suceso por la televisión y su traslado por la capital de todos los cubanos y me decía, sí, es un hecho histórico, y salvando las distancias, comencé a evocar cual suerte de retrospectiva un pasado vinculado a mí y que quedó para siempre en mi memoria.
Antes de describirlo confieso que hoy me arrepiento de no llevar desde pequeña un Diario, ese que tanto se usaba por aquellos tiempos, pero que siempre temí al día que no estuviera y personas, incluso desconocidas, supieran pormenores de mi vida; sin embargo, ahora, en parte por mi profesión e inclinación a las letras voy escribiendo y colocando en el ciberespacio como una especie, quizá, de catarsis o de no sé qué, pero lo hago sin importarme qué piensen los demás, y sí llevando un poquito de valores, de ética y de todos esos detalles, al parecer pequeños, pero que hacen grande un amor como diría la canción, eso sí, verdaderos siempre.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Oliva, ¿médico o amigo?



El Profe Oliva con su esposa Teresita.
Las dos cosas. Conocí a este hombre, para mí y otros, fuera de liga, allá por el 1982. Primero por cuestiones de mi trabajo en el Centro Provincial de Higiene y Epidemiología, en el entonces departamento de Educación para la Salud, época de mi vida que a veces paso por alto, no por ingratitud, sino porque solo fue por un año.
Y digo así, solo fue por un año; sin embargo, me proporcionó la dicha de conocer para siempre al Dr. Manuel Oliva Palomino, un pediatra a respetar y un amigo, y aunque es de los que trato de Usted, es de los entrañables.
Cuando me inicié en la atención del sector de la Salud, a finales de 1984 o inicios del ’85, Oliva se convirtió en mi Profe particular y aún lo es, pese a sus casi 80 años.
Tuvo a su cargo el Programa de Atención Materno Infantil (PAMI) a nivel provincial, sin dejar a un lado su asistencia médica.

martes, 1 de septiembre de 2015

La Vigía, ¿mi ciudad?



Foto/Orlando Durán Hernández
Hace unos meses atrás me propusieron la oportunidad de comparecer en un programa de la televisión local, específicamente relacionado con mi ciudad, esta, mi querida Camagüey, de Cuba. El director y realizador: Gustavo Pérez, para mí el de mayor trascendencia aquí y que por su impronta ha traspasado las fronteras, incluso, del país, con sus excelentes ofertas, fue el mayor responsable, el de la idea y a quien le agradezco su deferencia, algo que no sé si le dije en su momento.
Primero vino el nerviosismo. Llevo una vida entera en los medios de comunicación, pero las luces y cámaras no son mis fuertes, siento un friecito inevitable; luego, al pensar en mi ciudad, le daba vueltas al asunto y solo se me reflejaba el reparto de La Vigía, en imágenes y remembranzas, ese pedacito de mi Camagüey era mi prioridad.