domingo, 31 de mayo de 2015

Como a una cucaracha



Foto: Oriel Trujillo Vilató

El propósito de hoy es un testimonio, más bien, mi testimonio en el Día Mundial Sin Fumar. A quienes me conocieron después de 1976 les cuento y no lo creen. Me refiero al nocivo acto de fumar. Cuando les digo que fumé poco tiempo, aunque con intensidad, dicen: “No lo parece”, “no tienes tipo de fumadora”, o sencillamente otros se alarman y comentan: “¿Tú, que eres tan alérgica?, ¿cómo pudiste?
Pues sí, en mi juventud, en un período de Escuela al Campo algunas de mis amigas fumaban y me dieron a probar. La primera vez confieso que me ahogué con aquel Popular y hasta mi mareíto me dio. Luego, con tal o más cual excusa continué “probando” y me gustó.

viernes, 29 de mayo de 2015

¿Qué dijo?


Recuerdo desde muy pequeña que conocí a varias personas nacidas en España y llegaron a Cuba siendo unos niños. Me llamaba la atención cómo el paso de los años nunca les quitó la zeta en su pronunciación. Lo mismo me ocurría con unos vecinos oriundos de China, ellos hablaban el español, mas con un acento diferente.
También rememoro algunos pasajes en que le hacía un comentario a mi padre y le agregaba: ¿tú me entiendes? Él con mucha agilidad me respondía: “No soy tan bruto”. Ya sabía que no podía repetir aquello.

domingo, 10 de mayo de 2015

Mi primer tesoro


Algún deseo le pedía Grétel al Caballero de París.

Estoy segura de que mi madre, dondequiera que esté sabrá perdonarme que hoy, su Día, se lo dedique a Grétel, esa que he dicho en otras ocasiones entró a nuestro hogar como si llevara el Sol encima. Y no miento. Mi hermano y Digna, su mamá, nos dieron a esa niña el 19 de octubre de 1983. Me parece mentira, hace ya 31 años.
Cuando supe de ese embarazo me lo cogí para mí como decimos en buen cubano. Soñaba con esa bebita y no miento si digo que nació ¡bella! Una recién nacida que parecía pintada o hecha a mano, con unas facciones muy bien definidas, las cejas lindas, los ojos lindos. Al menos para todos nosotros, incluyo a mis padres, era la niña perfecta.
Fueron pasando los días y me creí que Grétel era mía, lo creía de veras. Si enfermaba yo no dormía, si lloraba me despertaba, como le sucede a una madre. Así fue pasando el tiempo, vivíamos juntos todos, como “tres en un zapato”, y cuando tuve la posibilidad de tener mi casa la traje conmigo.
Salíamos a cualquier parte y Grétel era nuestra relacionista pública. Se paraba, hacía amistades y venía y nos las presentaba, parecía una persona mayor. Si comíamos en un restaurante se nos adelantaba y le decía a las personas antes de comenzar: ¿Gustan? Si la llevábamos a un cumpleaños no entraba en la piñata para cuidarse la ropa y los zapatos. Era y es, por supuesto, un encanto.

sábado, 2 de mayo de 2015

¿Frustración?, no



Hace días le doy vueltas a este asunto de cambiar en alguito mi perfil de este blog, pero quienes han tenido la gentileza de interesarse y leerlo merecen una aclaración.
Resulta que con apenas siete años comencé mis estudios de ballet, con esa queridísima y recordada Profesora Vicentina de la Torre. La idea fue de mi padre, él era amante de la Cultura toda, por supuesto, la que a su modo de ver era la mejor. Mi madre no estaba muy convencida de que fuese una buena idea, tenía un poco de prejuicios al respecto, en los que mi padre nunca creyó.
Gracias a que, imagino, se pusieron de acuerdo comencé mis clases. Empecé una nueva vida, linda sí, trabajosa a la vez. Llevaba, como todas las niñas que compartían conmigo, una doble carga. Los estudios, más esa cansable dosis de clases y ensayos, de los cuales una vez leí que un bailarín gastaba la misma energía que un cargador de vigas de acero durante ochos horas, ¿se imaginan?