En el Parque Agramonte, como muchos de los 8 de junio: Día del Abogado. Buen orador y agramontino por excelencia.
Tenía
pensado pasar un sábado como otro cualquiera; sin embargo, al despertar, me
puse a recordar cuántos 8 de junio disfrutamos
con una felicidad extrema y cuántos han pasado como hoy, con la rutina diaria.
Mi
hermano recibió mi llamada mañanera para felicitarlo porque hoy también es su
Día, él siguió el camino de la profesión de nuestro padre.
Resulta
que mi madre nos despertaba a mi hermano y a mí cada 8 de junio; antes, el Día del Abogado; ahora, el Día del Trabajador Jurídico.
Con
uno u otro nombre pasábamos la fecha muy bien; mi mamá, con esa intuición
femenina que le decía: "NO lo dejes solo en festejos así", no nos
dejaba dormir ni un poquitín aunque fuese sábado o domingo.
Muy
bajito, como para que él no lo percibiera nos decía: "A prepararse rápido
que es el Día del Abogado (ella siempre lo llamó así) y debemos estar listos
para irnos con él".
Mi
papá siempre hacía las veces de orador y como he dicho en otros escritos yo me
alejaba un poco para no escucharlo mucho porque me emocionaba y me daban deseos
de llorar. Él hablaba muy lindo y yo sabía que toda su prosa era verdadera, la
sacaba desde su corazón, no desde su cerebro.
Este
día de 1865 Ignacio Agramonte y Loynaz recibió su título de Abogado y mi padre agramontino convencido lo estudió al detalle. A él, a mi padre,
siendo muy pequeñita le escuché decir esa frase martiana que calificaba a
Agramonte como un "Diamante con alma de beso". Quizá en ese entonces
yo no le daba la definición exacta, pero sí sabía que era algo de gran
magnitud.
Mi
padre era el Decano del Colegio de Abogados aquí en Camagüey y recuerdo a la
abuelita de unos amigos: los Dieppa, que me decía: "La hija del
Decano".
Luego
de depositar una ofrenda floral y las palabras de mi papá, con esa apariencia
impecable, en el monumento ecuestre de ese patriota sin tacha y que se erige en
el parque que lleva su nombre, íbamos hacia el antiguo Círculo de
Profesionales, luego Casa de la
Cultura devenida "El Colonial", centro de
recreación, con tiendas variadas.
Ya
en el Círculo de Profesionales se almorzaba y se pasaban las horas con buena
música, por lo general con el Grupo de González Allué y la voz de Manolito
Martínez. La comida era exquisita y barata. La bebida lo mismo. Los pequeños
corríamos, jugábamos y también bailábamos, al menos yo lo hacía a menudo con mi
papá y si era el danzón Almendra, ese no me lo perdía.
¿Mi
madre? Ella siempre atenta al vasito de lo que tomaba mi padre, quien era de la
opinión de que la bebida: "Hay que conversarla".
Así
y todo ella iba de vez en cuando, le quitaba el vasito para “probarla”, cosa
que hacía muy poco porque se le aflojaban los tobillos —eso decía—, le botaba
un poquito y así mi padre tomaba menos. Creo que ambos sabían de esa
"trampita" y lo aceptaban sin problema alguno, como también él se
dejaba "engañar" con aquello de: "Ya estamos listos, vamos
contigo".
Recuerdo
de aquella época a los doctores René Burguet Flores, Mario González Tena, y a
otros tantos que compartían con sus familias, con charlas amenas que estimulaban
el deseo por el próximo encuentro y que, por supuesto, no era solo en esa
fecha.
En
el Círculo de Profesionales y luego de Trabajadores Intelectuales disfrutamos
de personalidades de la
Cultura como la soprano Iris Burguet, de orquestas y poetas.
El lugar desapareció en un período en que no era bien visto que una "élite"
de la población se reuniera aparte; no obstante, hoy en día hay Casas del
Jurista, del Economista, de los Periodistas, en fin...
Rememoro
estos aconteceres como una manera de
honrar a mi papá, ese que comenzó como abogado defensor de su propio padre, mi
abuelo Pedro, al que le pedían pena de muerte y salió absuelto, algo que conté
en otra ocasión; y coincidentemente
dio sus primeros pasos como juez en Santa Cruz del Sur, donde la vida quiso que
se iniciara mi hermano, luego de su graduación, como presidente del Tribunal,
en ese mismo sitio.
Con
la jubilación de mi padre, que ya pasaba de los 70 años de edad, vinieron los
olvidos. Nunca más fue a una de las celebraciones, pero siempre era felicitado
por nosotros y otros seres queridos allegados, todos con amor del bueno, el
sincero.
Felicito
a mi papá —dondequiera que esté— por ser ejemplo en su profesión que tanto amó
y a mi hermano no solo por seguir los pasos de él, aun desde niño, cuando se
convirtió en su asistente al ser designado como el primer director
del Bufete Colectivo aquí en Camagüey, antes de ser nombrado el resto de los
trabajadores.
¡FELICIDADES!
a los dos con el más sincero de los besos...
Les
debía la foto, por diversas razones no pude colocarla el día 8, pero hoy lunes
apareció como les había prometido. Estos son los privilegios que ofrece tener un blog personal, poner y
quitar cuando uno quiera y pueda y utilizando el espacio igual que uno prefiera.
Te felicito cuqui ,como siempre en tu recorrido por nuestro camaguey,esta vez haciendo referencia al día del trabajador jurídico, has hecho toda una trayectoria por la historia de la.familia de.juristas camagueyanos me uno a ti para felicitarlos a todos en el nombre de una camagueyana q aunque lejos vive orgullosa de su CAMAGUEY.
ResponderEliminarGracias de nuevo Esperancita:
EliminarTrato, al menos, de ir dejando cosas de nuestro Camagüey con ese hilo conductor que es la familia, en este caso la mía. Si vuelves a entrar el lunes en la tarde verás una foto de mi padre, no como las acostumbradas porque ya estaba más viejito. La que colocaré ocurrió en la década del '50, más besitos
Que maravilla cuando uno guarda esas fotos antañas pero de gran valor historico y familiar es como volver a vivir un beso cuqui y q sigas teniendo exito en tu profesión y tu blog.
Eliminar¿Viste amiga?, prometí colocarla hoy y así fue, y eso de volver a vivir me encanta, sobre todo los buenos recuerdos, lo mismo familiares que de otra naturaleza.
EliminarAh, mil gracias por tus buenos deseos, cariños miles...
Me encanta leer tus articulos Olga, me haces volver a recordar de cosas en la que no pensaba a causa de la distancia y no tener con quien hablar de estas cosas. Recordar es volver a vivir y la foto es preciosa.
ResponderEliminarMucho me alegra que las personas recuerden, sobre todo, las cosas agradables. Aunque no sé quién eres te agradezco tu entrada y comentario y sí, es increíble, cómo fotos tan antiguas mantengan tanta calidad, mis afectos...
EliminarCuqui, tus padres me recuerdan mucho a los míos, porque son de una generación que priorizó por encima de todo la educación de sus hijos. Cuánto amor y ternura, cuántas "trampas" de Mamá que Papá se hacía "creer", porque sabía que eran para bien. No, no escribo más, ya tu hiciste la crónica..... y te quedó muy bella, tu colega Durán.
ResponderEliminarDuro:
ResponderEliminarCoincido contigo en algo, pero no totalmente, nosotros también somos buenos padres y madres y somos de otra generación, modestia aparte, ja ja ja, qué engreída, es que no tenemos abuelos y si nuestros hijos no escriben como nosotros, nadie lo sabrá.
Gracias por tu elogio a mi crónica, es de las que salen del corazón, cariños miles...