Con la amenaza de este lindo amanecer y ese Sol intenso que se avecina, ¿quién dudaría de lo que les diré?
En mi etapa de niñez,
adolescencia y juventud no sé qué pasaba. Prefería el calor ante el frío, este
me provocaba una alergia tremenda. No cesaban mis corizas o intensa tos,
incluso, no solo en época de invierno, sino por el simple andar de un
ventilador y si de aire acondicionado se trataba, mucho peor.
Si iba a un hotel por
nada dormía con el “aire” puesto. Lo apagaba al entrar a la habitación y dejé
pasar esa oportunidad irrepetible de comprar un aire acondicionado en las
tiendas. Ahora, ni pensarlo, no está al alcance de quien viva de un salario.
Por
estos días que escucho frases de especialistas relacionadas con el exceso de
calor que estamos viviendo, junto con los vientos del Sur que empeoran la
situación, pues al entrar a tierra se calientan aún más y se comprueban termómetros
que marcan casi hasta 38 grados Celsius, me doy cuenta de que mi vida ha
cambiado.
Con el
paso de los años me molesta el calor de una manera tremenda. Toso
por el calor, me despierto en la madrugada por el calor y hasta me mortifico
por el calor. Enorme problema en un país como este
donde lo único que sobra es precisamente eso: el calor.
Creo
que al astro rey se le está yendo la mano. Las consecuencias del Niño hacen sus
estragos y pienso qué será de nosotros en los meses de julio y agosto, ¡por
Dios! Si haces andar el ventilador el
aire es tan caliente que no sabes qué es mejor, si dejarlo o apagarlo.
Si acaso ven que no
escribo en este, mi querido blog, seguro es que me he convertido en un “charquito”,
me derretí y los charquitos no
escriben, así de simple.