lunes, 11 de enero de 2021

Pinceladas de hospitales


Hay sucesos en la vida que inevitablemente nos traen recuerdos. Aparte de esas memorias, incluso, nos dan la razón en ciertas maneras de pensar y este es el caso de medidas que son adoptadas hoy como consecuencia del coronavirus SARS-CoV-2 causante de la COVID-19 y que ha puesto al mundo patas arriba.

Siempre he dejado saber que mis padres tenían un lindo concepto de lo que es la familia, esa iba delante de todo y así nos educaron a mi hermano y a mí; sin embargo, nos ofrecían opiniones que a veces no se correspondían con el comportamiento y les comento. Eso de ir todos en masa a los hospitales a visitar a los enfermos era algo que ambos enjuiciaban, y a la vez iban porque así somos los cubanos, aunque a decir verdad se comportaban muy bien.

¿Qué cubano desconoce que cuando alguien de la familia o del círculo de amistades es ingresado en un hospital todos averiguan el horario y los días de visitas y allí están de todas-todas?, ¿Qué cubano desconoce que cuando alguna mujer trae un bebé al mundo ocurre exactamente lo mismo?

Las prohibiciones actuales de visitantes a las instituciones hospitalarias, algo muy acertado, me han traído ciertos recuerdos.

Mi madre fue operada de la garganta cuando aún era una niña, tenía apenas unos 12 años y en este caso apelo a los recuerdos porque ella no tuvo la precaución de escribir sus memorias como mi padre. Contaba que fue asistida en la otrora Colonia Española, hoy hospital pediátrico Eduardo Agramonte Piña. La operación fue todo un éxito; no obstante, intervención quirúrgica al fin la mantenía incómoda al otro día.

Ella permanecía sentadita al lado de la cama y fueron varios de sus familiares a verla, con la suma de los otros que visitaban a sus parientes. Hasta se reía cuando me decía que las personas hablaban y hablaban, a veces hasta sin mirar a los “protagonistas” que eran los ingresados, sino que aprovechaban como una suerte de encuentro para ponerse al día por tanto tiempo sin verse.

Mi pobre madre que apenas tragaba la saliva por su incomodidad empezó a ver las cosas que daban vueltas a su alrededor y ni corta ni perezosa se fue de lado con silla y todo y cayó desmayada. Por eso, decía a menudo: “Los enfermos no necesitan de tantas visitas, eso les hace más daño que bien”.

Igual traigo a mi memoria otro testimonio, este es mío. Cuando todavía estudiaba en el Preuniversitario Álvaro Morell, ese querido Pre del Casino, fui operada de apendicitis, todo fue de urgencia un sábado en que me iría de fiesta con mis amigas a La Popular. Aguanté el dolor todo lo que pude hasta que no pude.

En horas de la noche cambié, obligadamente claro, el salón de baile por el de operaciones del actual hospital universitario Manuel Ascunce Domenech. Ese tipo de intervención quirúrgica llevaba implícitos el incómodo suero, la incómoda sonda nasogástrica Levín, las incómodas sondas vesicales, los pinchazos para “cogerme” las venas, que fueron 16 porque los conté y otros etcéteras que te hacen la vida un talco, como decimos en buen cubano, en menos de lo que canta un gallo.

Todo con el añadido de la anestesia general que me aplicó Armando Hernández Rodríguez (para mí Armandito) y que después llevó su etapa de recuperación.

Pasó la noche del sábado, el domingo y hasta el lunes me mantuvieron con todas esas incomodidades. Tengo amigos que estudiaban Medicina o estaban en período de internado. De hecho me recibió con mucha responsabilidad y ética profesional en el cuerpo de guardia Manolín Carro, otros me visitaban y hasta se hacían cargo de sacar con una jeringuilla lo que drenaba de mi levín y este era Tony Orga, o me llevaban libros para hacerme la vida más llevadera. Recuerdo también a Jorge L. Sugrañes, y no los únicos. El cirujano Pepe Acosta, ya fallecido, hacía su residencia y fue quien me visitó cada día de mi semana de ingreso. Y se darán cuenta que no les coloco el Doctor delante, no por falta de respeto, todo lo contrario, es que algunos no lo eran aún, pero eran amigos y así los veía. Igual llegaron a serlo, todos con marcado prestigio.

Vuelvo al asunto. Como es natural mis padres pasaron la noche en el hospital y el domingo, no recuerdo a la hora exacta, llegó Raquel Pichardo, la Nena para la familia y amigos, ella era mi madrina, esa que estaba a mi lado en las buenas, en las regulares y en las malas. Con ella me sentía como con mi propia madre.

Resulta que cuando me pasaron a la Sala de Cirugía de Mujeres, con la enfermera Olenia Tartera como su jefa, a quien conocí en esa época y nunca olvidé por su linda manera de llevar su sala con disciplina y amor por su profesión, y que luego por razones de trabajo conocí de manera más profunda, me colocaron en lo que llamaban una cama intercalada por falta de capacidad, algo que gracias a Dios fue por poco tiempo. Nunca he olvidado cómo mi pobre madrina hacía las veces de torera. Por mi cama pasaron muy pocos visitantes, solo recuerdo a un amigo que fue con su mamá a ver a otra paciente y al verme fue tan cariñoso que le decía: "Viste qué linda es mi amiga!", y a decir verdad me sentía horrible y me vería peor…

Vuelvo al asunto. Los visitantes de las otras enfermas parecían estar en cualquier sitio menos en un hospital, caminaban de un lado a otro y empujaban mi cama, así, empujaban mi cama y la Nena detrás de las personas: “Por favor, no se da cuenta, ella está casi acabada de operar”.

Como es natural temía que la aguja del suero se saliera de vena o se me saliera la sonda, en fin…, todo un suceso.

Y tengo más. Mi padre decía que imaginaba lo adolorida que salía una recién parida, quizá era cierto que lo imaginara, pero nunca como nosotras las mujeres que hemos parido. Aclaro que agradecí cada visita que me hicieron cuando mi hijo nació, fueron a vernos quienes debían hacerlo, solo una me molestó. Cuando esa persona llegó a mi casa, quien además no era mi amiga, yo estaba lactando a mi hijo y por atenderla él lloró un tin, solo un tin porque enseguida ella se paró y me dijo: “Me voy, solo vine a ver si había sacado tus ojos”. ¿Se imaginan?

Cosas de nosotros los cubanos que ojalá sean cambiadas por el curso de la disciplina aun cuando la pandemia haya desaparecido...

 

Nota: La imagen de la niña mareada fue tomada de: https://www.pinterest.es/pin/501729214736596455/

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario