Con preceptos como: “Hace muchos años que soy joven”,
transcurría su vida en un país donde decidió echarlo todo por apoyar y
colocar su granito de arena en una sociedad, que aunque perfectible,
difícilmente haya otra más justa en el planeta.
Él
recibió los beneficios institucionales de la Salud Pública de manera
gratuita como sucede para todos en Cuba, más aún después de los 91 años,
cuando comenzó con algunos achaques físicos propios de la edad. De su
esposa, mi madre, y el resto de la familia, tuvo una atención esmerada,
algo vital en estos casos.
Con una
inteligencia y lucidez envidiables finalizó su vida rodeado de sus seres
más queridos y seguro de que significaba algo muy importante para su
familia, era una verdadera institución a la que muchos llegaban para
preguntarle y oírle.
Debe ser sumamente
preocupante para cualquiera sentirse inútil ante los demás, por eso una
máxima para propiciarle una vida llevadera a quienes peinan canas en
exceso sería hacerlos sentirse bien, cómodos y que siempre, de alguna
manera, haya que contar con ellos.
Traigo a colación una anécdota personal. Pasados unos días de mi padre cumplir los 92 años notamos que estaba medio alicaído, no
quería leer y esa era la alarma más importante que teníamos para
valorar la situación. Sabíamos que algo estaba pasando y nada tenía que
ver con su estado de salud.
Luego de varios intentos por adentrarnos en su mundo interior, me dijo: “Me felicitaban diciéndome ‘llegarás a los cien años’ y me falta muy poco, sólo ocho”. Yo, por mi parte, traté de animarlo con el argumento del disfrute de haber vivido tanto, lo cual refutó dulcemente: “Es que quisiera poder vivir 92 años más”.
Me desarmó totalmente, lo confieso, pues, así, con esos deseos de vivir
se manifiesta un anciano mentalmente activo, lector incansable, con
capacidad de adaptación al tiempo real y que se sabe un recurso valioso
dentro del seno familiar.
Esto dice mucho del valor que le da a la vida una persona que se supone ha vivido demasiado.
Cualquiera en su sano juicio busca la manera de asirse a ella, y como
una suerte de complacencia, Cuba es un país demográficamente envejecido,
por lo que me atrevo a asegurar que esta historia no constituye un caso
aislado, todo lo contrario. De hecho en la provincia de Camagüey hay en
este minuto, 113 personas centenarias, una de estas cumple mañana 115
años.
Este es el sexto territorio más
envejecido de Cuba y al cierre del 2009 exhibía un 16,7 por ciento de su
población que pasaba de los 60 años de edad, con una cifra estimada
actual de alrededor de 128 800 personas en ese grupo etario, en un
territorio con 780 891 habitantes.
El
Programa del Adulto Mayor, uno de los cuatro priorizados del Ministerio
de Salud Pública, sigue muy de cerca objetivos trascendentales como la
educación en el sentido amplio de la palabra, con vistas a preparar a
las personas para enfrentar la vida en cada una de sus etapas, pero,
además, es un propósito ineludible el disminuir la mortalidad por causas
prevenibles o evitables en aquellas que pasan de los 60 años, lo que se
ha conseguido con creces. Se trata de añadir más vida a los años con la
incitación a no fumar y a la ejercitación física y mental.
Según
expertos, en el 2025 uno de cada cuatro cubanos será adulto mayor,
mientras en el 2015, por primera vez, habrá aquí más personas de esas
edades que niños, mientras la esperanza de vida al nacer supera los 75
años.
El 1ro de octubre fue establecido
el Día Mundial del Adulto Mayor por la Asamblea General de las Naciones
Unidas (ONU) en el año 1990, con el propósito de recaudar dinero para
el Fondo Fiduciario de ese organismo para el envejecimiento, creado como
parte del Plan de Acción Internacional acerca del Envejecimiento,
aprobado en 1982.
Nuestro sistema
social pone especial énfasis en que la senectud es un proceso normal y
dinámico, no una enfermedad, y se hace eco de manera incansable de esa
pauta de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- Organización
Panamericana de la Salud (OPS), para el actual siglo XXI: “Sigamos
activos para envejecer bien”; no obstante, le aseguro, porque lo he
vivido, que la familia influye y determina sobremanera a la hora de
cuidar y proteger a sus ancianos, nunca lo olvide.
Hola:
ResponderEliminarInicio este blog con el propósito que explico en mi perfil. En el caso de este post aclaro que fue publicado en CuquiSalud.blogia.com el Hermano Mayor de este el 2 de octubre del 2010, entre los TEMAS: Algo sobre mi vida.