Como estuviste en este Mundo hasta muy poco, hace apenas unos nueve meses, he escrito menos de ti que de Pipo. Hoy, Día de las Madres, que para mí son todos, me pregunto cuándo comencé a pensar en La Parca, esa que viene cuando quiere y se lleva a quien quiere, sin previa consulta para saber si el elegido (a) lo merece o no. De haberme preguntado estarías aquí, conmigo. Comencé a pensar en esa, incapaz de discernir entre quién lo merece y quién no, al cumplir ciertos años y empezar a perder seres, no solo queridos, sino buenos. Por culpa de ella, de La Parca, hoy es la primera vez que no nos besamos con esa especialidad que ofrece este
Día. Al meditar como madre sé que siempre pensaste que mis besos, como los de
mi hermano, te hacían mucha falta, y no lo dudo, pero ¿puedes creer esto?, la
más necesitada era yo, imagino que mi hermano también. Sentía una seguridad
infinita cuando hacías gala de mamacita insustituible.
Hace apenas unas tardes escuché por la radio que era muy bueno olvidarlo todo y empezar a vivir el presente día a día, por supuesto, sin fórmula incluida. Que me perdone
la especialista, pero ¿de qué manera sabríamos hacia dónde vamos sin conocer de
dónde venimos? ¿Cómo podría yo olvidar a mi Madre?, además, ¿a Santo de qué?
Más bien doy gracias por recordarla.
Mima,
no por llevarle la contraria a esa especialista
rememoro hasta con gracia cómo tú y yo nos velábamos para mostrar ciertos celitos. Yo estaba a la caza de
cualquier desliz tuyo para decirte
que preferías a mi hermano; y tú cuando me oías: “Pipo, abróchame la bata”, o
“Pipo desenrédame el pelo”, esto último al lavarme la cabeza y como lo tenía a la
cintura me era más cómodo que otro lo hiciera.
Esos
detallitos querían decir que estábamos pendientes la una de la otra, y al
hacerme adulta comprendí, además, que en momentos de tanta paciencia como el de
desenredar ese pelo largo tú hacías de todo en casa para darnos gustos y nada
de trabajo. Gracias a eso soy tan mala cocinera, gracias a eso no soy una buena
ama de casa, gracias a eso he pasado
un poquitín de trabajo para ser más hacendosa. Eran tus palabras aquellas de:
“No quiero que pasen trabajo, ya les tocará”. Por eso asumo tales labores sin entrenamiento de juventud.
No
recuerdo el día exacto, imposible, pero nos enseñaste a despedirnos con un beso
cada noche antes de ir a la cama, usanza que trasladé a mi hogar y en cada uno
antes de acostarme te siento un poquitín más cerca, me hago la idea que estás
ahí.
Ahora
busco en tus cosas y encuentro una letra casi perfecta, esa que te enseñaron en
tu y después mi escuela María Auxiliadora, con una caligrafía impecable, digna
de ser retomada en estos tiempos.
Hay
carticas dirigidas a Pipo cuando por cuestiones de trabajo estaba un tiempo en La Habana y le decías: “Seguro
las de Cuqui te gustarán más”, otro atisbo de celito, y así escritos relacionados con recetas de cocina hasta
descubrir esa de la panetela con nata de leche, único dulce por el que se me ha
hecho la boca agua, como decimos por
acá.
Prefiero
recordarte así, vital, cuidando de Pipo, muchas veces sin él necesitarlo tanto,
queriendo con locura a mi único y amado hermano y sí, no se me había olvidado a
mí también. O cuando nos enfermábamos y dormías con nosotros, o mejor, te
acostabas con nosotros porque no cerrabas un ojo para velarnos la fiebre,
darnos la pastilla oportuna…
Me veo paseando —los cuatro junticos— y tú atenta a que no miráramos para dentro de las casas o a que dijéramos: “ya almorzamos” o “comimos”, según el caso, si nos preguntaban al hacer una visita. Fuiste sagaz frente a esa educación de cuna que no se aprende en Universidad alguna; no obstante, incluyeras de vez en vez aquello que me molestaba como: “Hoy no vas a esos 15 porque no eres arroz blanco”. Así de sencillo.
Pienso en otra de tus adoraciones, tu primera nieta: Grétel. Esa pequeñina que ya tiene sus 30 y llegó a nosotros como trayendo el Sol encima, así la recibimos todos. Luego llegó Orielito, mi hijo, al que veías perfecto y al único que le confesabas dónde guardabas tu dinerito: “Por si acaso”.
Me veo paseando —los cuatro junticos— y tú atenta a que no miráramos para dentro de las casas o a que dijéramos: “ya almorzamos” o “comimos”, según el caso, si nos preguntaban al hacer una visita. Fuiste sagaz frente a esa educación de cuna que no se aprende en Universidad alguna; no obstante, incluyeras de vez en vez aquello que me molestaba como: “Hoy no vas a esos 15 porque no eres arroz blanco”. Así de sencillo.
Pienso en otra de tus adoraciones, tu primera nieta: Grétel. Esa pequeñina que ya tiene sus 30 y llegó a nosotros como trayendo el Sol encima, así la recibimos todos. Luego llegó Orielito, mi hijo, al que veías perfecto y al único que le confesabas dónde guardabas tu dinerito: “Por si acaso”.
Así
fueron llegando tus seis nietos hasta que Rafelitín llenó tu copa de amor, ese
que vivió a tu lado hasta tus últimos días y defendías con o sin razón por todo
y de todos. A él lo disfrutaste hasta que perdiste tus facultades mentales,
algo que prefiero no recordar.
Hoy
me preocupo y no sé si te correspondí como hija todo lo que mereciste, pero tú
debes saber que fuiste una Madre insustituible.
Me despido con un beso, el de siempre, con el mismo amor y te digo más, te necesito y amo tanto que aún no estoy preparada para más recuerdos, ¡hace tan poco!
Me despido con un beso, el de siempre, con el mismo amor y te digo más, te necesito y amo tanto que aún no estoy preparada para más recuerdos, ¡hace tan poco!
Pufffff,,,!!!!!! Esta vez q te puedo decir amiga si con lágrimas en los ojos te estoy escribiendo estas palabras, estamos en la misma condición, y al igual q tu el dolor es inmenso en el día de hoy , pero a la vez tenemos el placer de ser madres orgullosas de nuestros hijos y esa es el mayor regalo y premio q nos.puede dar la vida en un día tan especial cómo de hoy a pesar q el dolor nos desgarre el corazon por las madres queridas, me uno a y ti y en grito le digo a mi madre donde quiera q estés felicidades mi querida madre!!!!!!!!
ResponderEliminarEspe. Sí, el dolor es inmenso, pero hice un esfuerzo y compartí solo algunos de los tantos recuerdos que tengo de mi Madre. Quizá, más adelante puede escribir otras cosas, pero por hoy solo esto conseguí hacer. Hace muy poco tiempo!!!!
EliminarY sí, tenemos hijos especiales, en eso nos premió la vida. No debe pasar un día sin que le digamos o le mostremos cuánto los queremos, un beso grande y pásala bien con tus "bebés". Te queremos siempre...
Que bella tu Mami y que bello tu escrito. Tienes razon, no se debe olvidar....Recordar es volver a vivr. Espero que hayas tenido un dia maravilloso junto a tu hijo. Y sabes que siempre tus amigos te queremos igual. Un beso.
ResponderEliminarAmigo Andrés: Gracias por tus elogios, yo, al menos, también la veo bella!!!! Pasé un día normal, pero con la tranquilidad de la familia en casa y sí, junto a mi hijo. Gracias por tu cariño y también te quiero igual, otro beso para ti...
EliminarEsto no se vale amiga! he llorado como una idiota y casi no veo el teclado. Tengo a mi mama viva, pero no se que pasara cuando pierda a mi compañera de soledades! Precioso lo que escribes, como de costumbre! Un abrazo
ResponderEliminarAmiga, no importa, te quejaste de que salió Anónimo, pero sé que eres Dania, mi amiga de siempre, porque desde la distancia nunca nos hemos olvidado y a estas alturas no ocurrirá.
EliminarNo pienses en eso ahora, solo ofrécele a tu Mami todo el amor del Mundo, demuéstraselo y díselo cada vez que puedas. Nunca dejes pasar esas oportunidades. Disfrútala!!!!!! Gracias por tus palabras, un besito...