sábado, 20 de abril de 2013

Ocho "eneros" sin ti

No estaba muy segura de poder dedicarte un post hoy, pero al fin lo conseguí, algún que otro amigo me animó. Esos días finales de diciembre del 2004 nos sacaste un “sustico”. Mi hermano me llamó una mañana muy temprano, estaba preocupado porque “Pipo estaba alucinando”, fue algo de momento.

Nosotros que estábamos acostumbrados a verte tan lúcido con tus 97años no podíamos entender que perdieras la claridad mental así de pronto. Tenías una afección respiratoria y como mismo indicó el médico en cuanto te sobrepusiste todo volvió a la normalidad. Lo que llamaba la atención era que recordabas aquellas “rarezas” que viste. Y hasta nos reímos un poco de aquello.


Llegó el 26 de diciembre y nos pusimos a conversar de diversos temas, en algunos yo te hacía una orejita con mi ropa porque ya los conocía y tú, con ese carácter muy tuyo, me decías: “Yo sé que te lo conté, pero voy a volver a hacerlo”.



Recordamos que fuiste el primer director del Bufete Colectivo, cuando la antigua provincia de Camagüey. En los inicios solo tenías un trabajador: Miguel Peyrellade, ¡ah!, y otro, mi hermano Fefi, que con apenas unos doce años, creo, te apoyaba en todo, tenías plena confianza en él, lo mismo era jefe de despacho que secretario, mensajero, de todo. Más adelante las cosas cambiaron y abrieron la sede en la calle General Gómez, un sitio que todos te ayudamos a embellecer, lo limpiamos, acomodamos las oficinas, y una me llamó poderosamente la atención.

Te dije: “Pipo, aquí sí estarás cómodo”, y cual fue mi asombro cuando me respondiste: “No, esta oficina es para el Dr. Marrero porque él es mayor que yo”. Eso no era ni es algo común en estos casos.

En la conversación de ese día de diciembre también mencionaste a los que llamabas: “Mis mejores amigos, los que estudiaron conmigo en las Escuelas Pías hasta el Bachillerato”. Nombraste a Francisco (Paco) Bango, Perucho Quevedo, Antonio Santos (Santico), Abdón Moretón, a Papi Agüero y a Agüerito, Pedro Hidalgo, Pablo Xiques, al “flaco” Fabrés…, si hay un olvido la culpa es mía pues él los mencionó a todos.

De la misma manera te quejabas un poco de que quienes fueron tus compañeros de trabajo dejaron de visitarte un buen día —para decirlo de algún modo—. Sentías esa nostalgia luego de estar trabajando hasta pasados los 70 años de edad, y yo te dije que no te hacían falta, para eso estábamos nosotros.

Así, de esta manera, fuiste llevándome hasta la conversación que te habías propuesto. Me comentaste: “Cuqui, tienes que ir pensando en que no puedo vivir 300 años, fíjate ya todos esos amigos murieron”, y yo que he sido respondona le hice reflexionar con que todavía estaban Mima, sus hijos y sus seis nietos, a lo que me respondió con su agilidad mental de siempre: “Es que hasta Mima es de otra generación, fíjate que ella nació cuando yo tenía 20 años, ¿qué te parece?”.

Esa conversación no me gustaba, me olía a despedida y quise cambiar el tema de nuevo, pero nada conseguí. Seguiste con aquello que me hacías saber cada rato: “El Mundo se acaba el día que me muera, al menos para mí”.

Y así pretendiste convencerme de que tenía que prepararme para ese momento. Realmente yo no lo sentía tan cerca, a veces mi hermano y yo creímos que Pipo era inmortal.

Me dijiste algo que me sorprendió sobremanera: “Pero fíjate Cuqui, no te aflijas ni te preocupes, adonde quiera que yo vaya después que muera voy a estar bien”, y digo que me sorprendí porque nunca pensé que él creería en un después de la muerte, y la verdad no quise preguntarle al respecto.

Luego de pasar el Fin de Año en familia, el 2004, al mes justo de esa conversación mi padre moría en mis brazos el 26 de enero, consciente de aquello y oyendo en su oído que lo queríamos, con Mima al lado y mi hermano que caminaba de un lado a otro sin saber qué hacer.

Entonces, aparte del dolor, me quedó la insatisfacción de que quisiste decirnos algo y no tuviste fuerzas, pero hoy, pese a que te extraño siempre un suceso personal me ha animado y llevado al optimismo a ocho eneros sin ti, y como estoy conforme y segura de que estás bien dondequiera que estés, me hago la idea de que nos querías decir que nos amabas igual.



Foto: Otilio Rivero Delgado (publicada en una entrevista que le hizo mi amigo y colega Enrique Milanés León, a propósito de uno de los aniversarios de la llegada de Barberán y Collar a Camagüey en su Cuatro Vientos cuando realizaron el vuelo Sevilla-Camagüey, porque mi padre los conoció y mantuvo una conversación con ellos, quienes fueron recibidos por mi abuelo Pedro, que era Teniente Coronel y el Jefe del Regimiento Militar de la provincia de Camagüey.

3 comentarios:

  1. Hola:
    Inicio este blog con el propósito que explico en mi perfil. En el caso de este post aclaro que fue publicado en CuquiSalud.blogia.com el Hermano Mayor de este el 26 de enero del 2013, entre los TEMAS: Algo sobre mi vida. Originó 26 comentario, con la inclusión de mis respuestas.

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  2. Conocí a Vilató en el bufete, yo de pequeña y sin saber porqué iba por allí de la mano de mi padre, nunca tuve una conversación con él, solo el saludo , pero no se... me parecía entrañable ! Abrazos!

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  3. Hola Ileana, agradezco tu comentario, no me aclaras quiénes son tú y tu papá, pero no importa, agradezco mucho tu comentario y además, pienso que si así te parecía es porque lo era: entrañable, abrazos!!!

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